22/4/11

La Cruz del Tercer Milenio (Blanca)


En el Barrio de las Azucenas, a las afueras de Barcelona, vivía una niña pequeña de nueve años junto a su abuela de sesenta y cinco.
Eran felices la una con la otra, no añoraban a nadie más. Suficiente con la pensión de la abuela para cubrir los gastos; vivían sin comodidades y sin añorar ningún bien material fuera de las necesidades comunes.
Los padres habían fallecido en un accidente de tráfico fatídico cuando Gloria tenía cinco años, “gracias a Dios estás conmigo y no en el más allá”, siempre argumenta su abuela Victoria cuando aparecen en los noticieros más noticias sobre catastróficos accidentes en coche, provocados por diferentes causas. Pero la niña no se acuerda de tal suceso, su memoria lo borró mecánicamente al ser un recuerdo fatídico, un accidente que casi le costó la vida a aquella niña de tirabuzones negros y sonrisa cálida.
 Del accidente que sufrió, aquel once de agosto, quedóse irreversiblemente ciega. Sufrió una depresión horrible en pleno crecimiento, pues no sabia si aquello se podría curar algún día y poder volver a ver la cara a su abuelita, en su mente sabia que había tenido padres, pero apenas se acordaba de ellos, eran una mancha borrosa en su recuerdo.
Y desde bien pequeña, aprendió Gloria a desarrollar más que nadie los cuatro sentidos que le sobraban, dábale valor sobretodo al oído, que lo tenía muy desarrollado.
Pero no pasaba nada, su abuela era sus ojos y gracias a las ayudas a los dependientes, la niña podía hacer vida normal en el colegio de monjas donde su abuela la había inscrito como única tutora de su nieta.
Todos pensaban que la pequeña Gloria era encantadora, y lo era, pues emanaba de ella una inocencia pura de niña alegre y tranquila, paciente. Una niña que no ansiaba bienes materiales, que se conformaba con que gente de su alrededor pudiera escucharla y acompañarla, pues siempre se encontraba en un camino oscuro donde le daba miedo estar sola.
Vivía junto a ellas un animalillo peludo y cariñoso que cuidaba como si fuera un hijo suyo a la niña Gloria: Leona, una gatita de pelaje blanco y ojos lascivamente verdes, elegante en sus movimientos de animal felino.
A la niña le gustaba que le leyera su abuelita sobremanera, sobretodo cuentos infantiles de fantasía que la transportan a otros mundos donde todo era posible, donde muchas veces deseaba estar con su abuela.
Eran muchas las noches que Gloria sufría pesadillas, se despertaba sobresaltada llorando aquella niña desvalida y saltaba de su cama para ir a tientas, como siempre a la habitación de su abuela, para que le susurrara una nana que la hiciera dormir en paz; sabía que con ella estaba a salvo. Tenía ensoñaciones de fantasmas pululando alrededor suyo, abismos sin fin, cosas malignas que no tenían forma. Pero lo peor no era lo que soñaba, sino cómo se sentía en el sueño: horriblemente desprotegida, con un miedo que le recorría todas las venas y arterias de su delicado cuerpo de niña. Y una noche de tormenta,
Gloria creía encarecidamente como más de un niño en la magia y en los poderes sobrenaturales, era una pena que no pudiera ver magia e ilusionismo con sus propios ojos. Se conformaba con escuchar a su abuelita, que también creía en la magia, en los milagros, en la providencia, en el más allá, en el destino, en lo místico y en general todo lo relacionado con las revelaciones y la fe cristiana, pues era una devota exacerbada.
No había día que no le pidiera a Dios por la cura de su nieta, para que le devolviera la luz a su angelito, pues era como un girasol ciego pues anda perdido, no ven la luz del sol.
La Virgencita prefería de la anciana Victoria era la Virgen de los Remedios y San Judas Tadeo, patrón de los imposibles. Para ganarse en cielo, hacía la señora obras de caridad, ayudaba en todo lo posible a la Iglesia del Barrio de las Azucenas, cumplía cristianamente cada uno de los diez mandamientos así como prevenía los siete pecados capitales que muchas personas ignoran: la gula, la ira, la pereza, la soberbia, la envidia, la lujuria y por último la avaricia. Siempre llevaba consigo la señora Victoria un rosario rojo de la Virgen de los Remedios y ni siquiera se lo quitaba para dormir, pues según ella, los seres malignos acechaban cerca y sin aquel colgante no los podía ahuyentar.
Y muchas veces, la señora no iba sola a la Iglesia, claro está, se llevaba consigo a apequeña Gloria, guiada ésta por su tutora legal a cualquier parte que se le antojara.
Gloria además pronto tomaría la primera comunión, y parecía que su abuela estuviera muchísimo más feliz por ese acontecimiento que la chiquilla. Sucedieron miles de preguntas que Gloria quería resolver.
-¿Qué tengo que hacer en el día de la comunión, porqué tengo que hacer eso, acaso no soy buena?… No entiendo en qué consiste y me da miedo el cura, yaya.
- No pasa nada cariño, tu pórtate bien y haz caso.
Un día aburrido, mientras merendaba galletas con chocolate en la mesa del salón, la niña Gloria preguntó cómo era su mami a la anciana devota.
- De niña era como tú cariño, la mima cara, los mismos gestos, la misma sonrisa… Pero más atea que el demonio y a raíz de eso tuvimos bastantes discusiones, pues siempre he creído que en el fondo, ella y yo compartíamos solo el apellido. En realidad no me llevaba muy bien, todo hay que decirlo. Me salió rebelde la niña, no como tú que eres muy buena, muy dócil. Se casó con tu padre jovencita embarazada de ti y te tuvo al poco tiempo, yo al ser viuda y solo tener de familia mi hija en el mundo veía la familia que había fundado como mía propia, pero yo que sé porque no me dejaba apenas acercarme a los suyos, algo muy cruel por su parte, yo creo que en fondo temía que te educara conforme a mis principios religiosos, como hice con ella. ¡No te había bautizado! ¿Puede haber pecado más grande para contigo, mi pequeña?. En ese punto me enfadé muchísimo con ella, tú solo eras una víctima en todo esto, en aquel estúpido enfado que me traía con tu mami cariño. Mil veces deseé hacer las paces con ella y que me integrara en la familia, pues estaba sola en el mundo, y tú eras toda mi alegría.  Mis días se alegraban cuando estaba contigo, las pocas veces que tu madre se dignaba en ir a visitarme.
Victoria cogió a Leona  ésta se acurrucó cómodamente en su regazo, los dedos de la anciana pasaban lentamente por el suave y blanco pelaje del animal.
- Y como ya eres muy grande te voy a contar una cosa… El día del accidente ¿quieres que te lo cuente cariño?- la niña asintió con efusión- Bien, pues el día del accidente ibais tus papis y tú a veranear a un apartamento en la playa una semanita. Tu madre no se dignó en invitarme y eso me enfadó muchísimo, pero bueno era una cosa que no me sorprendió sabiendo como era. Antes de irte, en secreto te dí un regalito para que te acordaras de tu abuela donde estuvieras: un colgante mío de cuando yo era pequeña que siempre llevaba, me lo había regalado mi madre y ésta se lo había regalado su madre; ese colgante tenía una cruz no muy grande de plata, muy sencilla, detrás tenía inscrito 3M, todo un misterio, mi madre me dijo que significaba tercer milenio, que al menos este colgante tenía que llegar a las generaciones de mujeres del tercer milenio de nuestra era, pues en el tercer milenio, según los místicos habrá un Apocalipsis horrible del cual solo se salvarán los creyentes y los buenos de fe. Pero es una historia que te contaré cuando seas más mayor, para que la entiendas mejor. No le regalé el colgante a tu madre,  como mandaba la tradición, pues sabía que lo iba a ignorar y a olvidar en algún cajón perdido y eso no lo podía permitir. Bueno, pues te regalé ese colgante, y te gustó muchísimo me acuerdo, yo creía que eras muy pequeñita para darte ese regalo, pero no me contuve a esperar, pues ante todo, ese colgante emana un alo de protección al que lo porta y me daba miedo que te pasara alguna cosa durante el viaje. Yo creía que tu madre cuando te viera ese colgante, te lo quitaría o algo así, pero no me importó mucho en esos momentos. Fue ese día cuando sucedió aquel accidente horrible que gracias a Dios no te acuerdas. Sobreviviste del choque fatal, pero tus padres, no. Siempre he pensado que fue aquella cruz la que salvó la vida y que te dejó ciega para que no pudiera ver la maldad que hay en el mundo hoy en día. Los médicos diagnosticaron que nunca volverías a ver, pero por mucho que digan los especialistas siempre hay que tener esperanza y yo cariño creo encarecidamente que volverás a ver,  que la luz volverá a inundar esos ojos claros que te dio Dios.
- En realidad sí que me acuerdo de lo último que vi, fue un instante solo pero me acuerdo. Antes de no ver nada te vi en mi mente, me abrazabas y sabía que esta a salvo. Me cogí muy fuerte muy fuerte a la cruz que me regalaste, yaya.
La abuela la abrazó con cariño, esa niña lo era todo para ella y la cuidaría con su vida. La niña Gloria buscó en su cuello el colgante y lo besó con cariño, siempre lo llevaba consigo.
- Yo también creo en los milagros, abuela. Y si soy buena, Dios me dará la vista, me lo dice siempre antes de acostarme.
El día de su comunión, Gloria estaba bellísima con aquel vestido blanco cosido a mano por su abuela. La niña tomó la ostia y el vino y en ese momento, Victoria se emocionó tanto que le fue imposible no aguantar las lágrimas de júbilo al ver a su niña del alma más cerca de Dios.
Ese día más que ningún otro, llevaba con fervor la cruz del tercer milenio, que según su abuelita, le salvó la vida.
Al salir de la Iglesia del barrio de las azucenas, Gloria vio una mancha blanca, era luz y sus ojos se dirigieron hacia la luz del sol aquel precioso día de verano. Dos lágrimas le recorrieron las mejillas y una sonrisa de oreja a oreja inundó su rostro.
¿Qué mayor regalo podría tener ese día? Besó por enésima vez la cruz, seguiría con la tradición, pues mucho le había aportado aquel colgante.
El milagro se había producido, y a partir de ese día Gloria no tuvo más pesadillas.
Blanca:)

2 comentarios:

  1. Whow!

    una historia muy bonita. Me gusto el amor que sentían la abuela y la nieta (lo eran todo la una para la otra), pero no pude evitar que se me pusiera la carne de gallina con el tema religioso y las creencias. Me alegra que hayas subido la historia :) ¿Cómo llevas la mía?.

    Preguntillas, ¿entonces Gloria recuperó la vista?, ¿ella iba a ser tan creyente como su abuela?, al recuperar la vista, la relación cambiaría, ¿sería mucho más independiente?, ¿la abuela como lo llevaría?

    Espero ansiosa la próxima.

    Besos guapa.

    Esther.

    ResponderEliminar
  2. Hola Esther!!en realida no se me ocurria nada al principio; la historia la he guiado al tema religioso; algunas de las preguntas que me haces no las habia pensado, pero yo creo que la niña es muy supceptible al ser tan pequeña a las creencias de la abuela y esta cree que el suceso de la cegera a sido un milagro en contra de lo dicho pior los medicos, la abuiela se alegra un poco por el accidente pues solo tenia a su nieta porque su hija no la queria mucho... Pero bueno es un poco cruel. Quizas la niña se revelara del fervor religioso que inspira su abuela en un futuro pero de momento es muy peque... Yo creo que ñla relacion iria a mejor...
    Bueno, me alegro que te haya gustado guapa:)
    El tuyo proximo, quizas lo subo la semana que viene a finales.. aun no empece.
    Besos!!!

    ResponderEliminar