2/1/14

El último día de un condenado a muerte (Blanca)


He contado cada amanecer desde que estoy en un pozo seco. La pared circular ha sido mi testigo. ¿Quién fue e miserable que me metió? No recuerdo nada y nada he podido hacer. Y cada vez se me secan mas las ideas, así que aprovecho ahora en hablar, aunque sea despacito y con la voz casi rota. Sentado claro, sin declamar ni nada de esas mierdas. Como antes solía hacer.
¿A quién le hablo? Oh, no lo sé. Sólo sé que es un torrente de pensamientos antes de mi muerte, porque al parecer alguien quiere que me muera y por lo visto, lo van a cumplir si no me bajan algo de agua y me alcanzan una escalera en dirección a la superficie.

Haciendo recuento de las personas que les gustarían verme muerto, llego a la conclusión de que soy el más desafortunado en este sentido, ningún archienemigo, como diría mi hijo, éste debe de estar tan bien con su madre, los dos viendo una película de dibujos animados. ¿Me habrán buscado? ¿Se acordarán de mí? Realmente, por la madre no lo creo y Lucas es aún un poco pequeño para llamar directamente al móvil de su padre, quizás le haya dicho a mamá que me dónde estoy, pero ésta al ver que no llamo, lo habrá entendido como despreocupación más que por imposibilidad. En el trabajo improbable que se acuerden de mí, no tenía muchas amistades y hace como un mes que me despidieron. Mi vida, después del divorcio, era bastante tranquila, una vida un poco mediocre he de reconocer, ahora que se que este es mi último día. Y lo sé como si de una verdad absoluta me apretara el estómago, reducido en estos instante a una nuez. Realmente no sé como puedo pensar con tal relativa lucidez, como si la sangre me llegara más al cerebro porque lo necesita más, que al estómago, a las extremidades, a los ojos.

Cuando era pequeño, pensaba morir de forma heroica, salvando a alguna persona que lo necesitara, por ejemplo. Siempre he querido ser un superhéroe, rescatar a alguna bella dama que lo precisara, si mi instinto protector, que ya no sé si es producto de mi imaginación, viene de mis genes o forma parte de la cultura. Las ideas se me secan, como este pozo yermo, donde por más que he gritado e intentado trepar, parece que me quiere tragar en sus entrañas. ¿Dónde estaré? No ha pasado nadie, por mucho que me lamentara a gritos y susurros. Ni siquiera algún animal despistado se ha dignado a hacer una visita a este pobre y ahora débil humano. ¿Nada? Bueno, eso no es del todo cierto, ¿verdad pozo? Algún ser vivo, ya sea terrestre o extraterrestre se ha dignado a lanzarme una navaja. ¿Curioso, cierto? Puede significar el instrumento con el que acabe con mi mísera vida, hoy, un día cualquiera en el que me planteo la mejora alternativa.

Por un lado, si me dejo morir acabo con este sufrimiento, deprisa. Aunque siempre he pensado que el suicidio es una aberración, va en contra de las leyes divina que he asignado en mi vida: dejar que el ser supremo me lleve a sus brazos. Eso o decidir cuando, en qué momento he de morir y así acabar con mi sufrimiento, parece lo mejor, pero para mí es lo más egoísta que pueda existir en este mundo y después viene deshonrar a mis padres.

Si estas paredes de piedra tuvieran orejas, pudieran escuchar mis lamentos de hombre más casi en el otro mundo que en este, si pudieran contar a alguien aquello que ha vivido este pobre hombre, i pudieran contestarme y contarme que otros encuentros y desencuentros han presenciado. Sí, daría todo lo que tengo, que ahora de nada me sirve y ojalá pudiera despedirme de mi hijo, de mi madre, del pobre periquito mío que ya estará muerto por no haberle llenado el buche, claro el no puede salir de la jaula. Ahora te entiendo, Rudolf, estar encarcelado y morir de hambre, de pena. Al menos, yo tengo instrumento con el que matarme, pero no soy capaz ni de eso. Me lo empiezo a plantear, ahora, más que la boca del estómago, me duele el corazón, la garganta, el pensamiento mío, que ya no sabe lo que dice. Está tan cerca esa navaja, que sería un delito no usarla, diría Esteban, el de mantenimiento.

Sí, Mario, tienes que decidirte. Esperar a la muerte el día probablemente de mi cumpleaños es un tema un poco difícil, pero siento que cada vez el sufrimiento aumenta y no quiero verme haciéndome cada vez más pequeño, más débil, más enfermizo. ¿Crees que no he intentado de mil y una formas intentar llegar a la superficie, hacia la luz? Claro, tú has sido testigo, has sido mi único apoyo, si se puede decir que eres un apoyo al no irte al contarte mis tribulaciones, como muchas personas han hecho conmigo a lo largo de los años, pero qué triste...

No sé cómo voy a morir. Lo que sí sé es que hoy va a ser el día de mi muerte, estoy condenado a ello, porque no luce el sol. No han sobrevolado ningún pájaro por encima de mi cabeza y se vecina tormenta. Todo está listo y preparado, como si el tiempo se hubiera puesto también de acuerdo. Cojo la navaja lentamente y la miro.
 Blanca.

3 comentarios:

  1. Blanca, me ha encantado.

    Me he quedado con la intriga de saber quien lo metió ahí y por qué, pero me gusta más así, tiene más suspense. Como lo de la navaja, pues puede simplemente que a alguién se le haya caído, que se la hayan lanzado adrede, etc.

    Entiendo que debe de ser un pozo en un bosque o algo así, o en una zona alejada de gente... pues si no, supongo que hubieran escuchado sus gritos.

    Me ha gustado muchos sus reflexiones, viendo su vida pasar a través de las paredes de los muros, su consciencia dañada por la falta de alimento, agua...

    Un relato triste y crudo, pero con una historia muy profunda y misteriosa.

    Un beso :)

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  2. Supa! Casi que yo tambien prefiero no saber por que esta ahi. Como el no lo sabe, y esta en primera persona, es como justo que el lector tampoco se entere y se quede con la duda. Ahora me voy a poner al dia con todos los comentarios asi que de repente vais a tener en el mismo dia todos los comentarios de Rosa en todas las historias que me faltan por comentar jeje! Tambien me gusta el hecho de que sea "un pozo" y no una carcel, aunque simplemente es porque lo primero que a mi me sugiere el titulo es una carcel, y cuando no aparece una pues me sorprendo ^^ Creo que sin duda cuidas mas el estilo/y las palabras que cuando empezaste a escribir y eso me gusta mucho!
    Rosa.

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  3. Un relato interesante. Uno querría saber más, no de los datos objetivos como puedan ser "por qué está donde está" "quién lo odia como para hacerle algo así", sino del propio protagonista. Por cómo acaba incluso se podría entender ese "pozo" como el foso que él mismo ha excavado y a al que se piensa lanzar de cabeza porque no le queda esperanza alguna. Los términos en que se refiere a su vida son tan crudos que parecen los de alguien que ya ha abdicado de ella. Cuando pasa algo así el condenado y el verdugo coinciden y no hay salida ;) veo que partías de un fondo muy rico y podrías haber sacado más. Quizá el final (el último párrafo) un tanto desinflado en relación a cómo habías gestionado el dramatismo hasta entonces. Aún así, congratulations! Parece que te encuentras a gusto en tus palabras y eso te hace funcionar mejor.
    Anna.

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