22/4/14

El ocaso del alba (Blanca)

Cuando desperté todo se había desvanecido, como el humo el cual se funde con la atmósfera y no sabes dónde va, en un lugar cercano dentro del universo. Gustavo había pasado una mala racha, había discutido con su novia hacía unos días, además de catear algunos exámenes, bueno y en otros ni siquiera se había presentado. De hecho, llevaba una buena racha de absentismo en el instituto que el colegio apenas le recordaba de su obligación a asistir y su madre con la cual convivía a regañadientes a diario, lo daba como un caso perdido y también, e desentendía. Así que el joven Gustavo hacía la calle con sus amigos, pero no desde hacía meses, sino desde hacía años. La calle era su casa, sus amigos su familia, los porros su droga favorita para huir de los problemas que la sociedad ejercía sobre él, sí eso pensaba, se pensaba víctima de todo, así que culpaba a todo lo malo que le pasaba y a muchas de las cosas que se buscaba, por ejemplo follones con algunos de sus colegas. Pero claro, él no lo veía así por aquel entonces. Sí, y un joven sin recursos, apenas tocaba los dieciséis años y muchas veces la policía había estado a punto de pillarlo por tráfico de droga, que era como a duras penas algo de dinero recibía para sus vicios. Una mala vida, lo más triste es que quería cambiarla y no sabía como, dentro de una espiral de violencia, de sustancias que lo tranquilizaban, pero que la sociedad prohibía de cierta manera, una espiral de precariedad. Y notaba que muchos de los reclamos no eran escuchados, por lo que soñaba algún día, poder despertar de aquello.

Bueno, no todo era malo. Había conocido hacia unos meses a una chica, una amiga de la novia de un amigo suyo. Era más pequeña que él, más responsable dirían algunos adultos. Se gustaron y comenzaron a salir, a Gustavo le gustaba su sinceridad y el hecho de que ejerciera cierto nivel de responsabilidad y de control para con él, puesto que veía antes que apenas le importaba a nadie, que ninguna persona le prestaba atención, pero con ella era diferente. Pero los padres de ella cuando lo conocieron se opusieron viéndole las pintas de macarrilla; así que habían tenido la primera discusión y Gustavo lo estaba pasando realmente mal últimamente. Así que para mejorar más el asunto, había vuelto a consumir, ya que cuando conoció a Estela, había dejado los porros. Y en una de sus fumadas magistrales pensó que estaría bien despertar y que no hubiera ningún problema de por medio, como en una especie de nube etérea que lo sostuviera ante todo y purgara todos sus males, puesto que aunque en algunas cosas no sospechaba bien las consecuencias de sus actos, bien sabía que muchas veces no había estado bien algunas conductas.

Así que una mañana de niebla espesa y profunda, de esas en las que apenas se ve el horizonte y todo parece efímero pasó algo maravilloso. De repente, cuando Gustavo bajó del autobús que lo llevaba al Equipo de Medidas Judiciales, comenzó a abrazar a la gente en un ataque de amor, de empatía y de solidaridad con las demás personas: altas, gordas, viejas, jóvenes, niños. Y vio que las demás personas a su alrededor también, pero no le resultó extraño, le resultó cercano, vivo y muy cálido y quiso por un momento, que eso durara siempre, todo lo malo de su vida, pro un momento desaparecía y lo que le unía a las personas era hermoso. Pero cuando la niebla espesa y baja desapareció, el hechizo paso a un segundo plano por lo que todo volvió a la normalidad. Todos y todas mirándose a las caras, con ojos confusos de fascinación y asombro al verse abrazados ante una persona desconocida en plena calle. Era cuanto menos curioso. Todo volvió a la normalidad, todo menos Gustavo, que desde esa mañana algo en él cambió y quiso además que así fuera.

Blanca

4 comentarios:

  1. Un relato de lo más curioso. Me encanta el ataque de amor repentino y su cambio, extraño, por lo repentino también, pero es precioso ver como de repente siente que algo ha cambiado en él y quiere que siga así.

    pd. el título era "El ocaso del alba" Blanquita, no Oráculo xD

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    1. juraría que era oráculo, no sé porqué me rallé sorry :P

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  2. Muy bueno el relato.Hay como un hilillo de luz al final de la oscuridad. Siempre he dicho lo mismo, la mayor fuerza del mundo es el cariño.
    :)

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