Diario
de Lilith o la bailarina de la avenida roja; ocho de abril de dos mil
cuatro.
Y todo
comenzaba a construirse cuando extendía todos mis músculos, hacia
el infinito, ya que desde ese momento, era yo misma.
Desde que
me fugué de cada de mis padres todo cambió. Siempre me ha gustado
escribir en un diario mis anécdotas, a veces soltaré frases sueltas
lector/a, frases que no tienen mucha relación unas con otras,
como... una corriente de pensamientos. Sí, un especie de monólogo
interno, fue una de las cosas que más me chocó de la asignatura de
Literatura Universal.
En este
par de páginas quiero relatar para la posteridad, con quizás
sucesivas modificaciones si no lo acabo perdiendo o guardándolo en
algún cajón olvidado de no sé... del mundo en general. Quiero
relatar cómo acabé siendo llamada “bailarina de la avenida roja”.
Yo desde muy pequeña sabía que quería ser de mayor, mi abuela, que
era muy entrañable y muchas veces la recuerdo cuando me dan brotes
nostálgicos. Quería ser bailarina, y no era un capricho de niña
pequeña y caprichosa, lo sabía desde que tengo uso de razón, como
si estuviera escrito en el firmamento, en mis genes o...
sinceramente no se me ocurren más cosas, apuesto a que estaba
escrito en mis genes. Bueno, sea como fuere, relato a grandes rasgos
mi vida. Nací en una familia muy humilde, de pueblo, un pueblo muy
pequeño donde todos se conocen, siempre me ha gustado, sobre todo
cuando era más enana, pero llegó un punto en que se me quedó muy
pequeño, supongo que a mucha gente le habrá pasado, ¿no?.
He sido
hija única y sinceramente, bueno creo que siempre he pedido a gritos
callados un hermano, al que cuidar, sintiéndome así responsable de
alguien y focalizando mis ganas de querer, muchas veces reprimidas
por unos padres que se hacían sordos ante mis deseos. Y si, el deseo
que mas ansiaba era el ser bailarina, poder brillar en los
escenarios, ser absorbida por aplausos, recorrer el mundo con energía
a ritmo del movimiento de la música, junto con mis compañeras de
baile. Así que cuando cumplí los ocho años, les pedí a mis padres
algo sordos emocionalmente que me apuntaran a baile, en un pueblo
cercano, pero más grande donde sí habían academias de danza. Pero
no quisieron, decían que eso era un capricho banal y que me tenia
que esforzar en los estudios, para algún día llegar a ser médica.
Sí, médica. ¿En serio? ¿Por qué habían decidido por mí tan
pronto? Así que como mis genes me impedían que cumpliera los
designios de mis padres sordos emocionalmente, pues me convertí en
una muda selectiva que bailaba. Lo de muda, sí, es cierto no
hablaba, para nada y lo de selectiva era porque era muda, pero sólo
con mis padres y aunque me llevaron a mil y una psicólogas, yo me
resistía. Lo siento pero quiero ser bailarina, fue la nota
que les dejé una Navidad. Así que llegó la adolescencia, esa etapa
jodida dicen, en la que cambiamos por dentro, por fuera y por todo,
pero mis genes seguían persistiendo en bailar, no me importaa dónde
ni cuando ni qué. No tenía maestra, así que supe que mi mejor
maestra debía de ser en aquellos momentos yo misma, yendo a la
biblioteca y documentándome todo lo que podía, tragándome todo el
canal de deporte para ver algo de baile, ya fuera natación
sincronizada, ballet o bailes de salón, cogía un poco de cada cosa,
y así, me imaginaba en mi mente cómo sería en un futuro, una
bailarina que revolucionaria el mundo con mi nuevo estilo persona.
Bueno en fin, pues eso que tiene la adolescencia, ¿no?
El paso
siguiente era idear un plan, ¿verdad? Mis padres no estaban
dispuestos a ayudarme, por lo que tenía que comenzar a idear
mecanismos para conseguir lo que quería, que era llegar a ser
bailarina. Así que desistí estudiar medicina, aún habiendo sacado
muy buenas notas y pudiendo ser becada, fue lo último que quería
estudiar me dije, del bachillerato no paso. Así que tras ese
episodio lleno de amargura por parte de mis padres y de mí (el cual
mi mudez empeoraba) decidí cuando cumplí la mayoría de edad que
tenía que, de una vez por todas, acabar con la poca unión que tenia
con ellos y me fui a vivir con una gran amiga que se había mudado a
la capital con sus padres. Le prometí que buscaría trabajo de lo
que fuera, para al menos pagar algo de alquiler y gastos. Mis padres,
emocionalmente sordos y yo una muda potencialmente cansada de ellos
con ganas de bailar se lo tomaron con resignación, pues según
ellos, no podían ya hacer nada por mí.
Me
esforcé y tras ahorrar unos meses trabajando de camarera gracias a
un contacto de la madre de mi amiga, y me apunté a una academia,
también recibía algo de dinero por parte de mi abuela, la que he
rescatado anteriormente. Comencé a hacer ballet, pero el estilo no
me llegó a gustar, más bien también era el modo de dar las clases
de la profesora, pero creo que pude extraer bastantes movimientos
interesantes para mi estilo personal. Más tarde pasé por el
flamenco, y me pareció muy exótico, también toqué algo de danza
africana, hasta llegar a las danzas tribales. Y a partir de ahí
comencé a investigar, a gastarme todo lo que ahorraba y más en esta
danza que me absorbía, puesto que pretendía una fusión de muchas
danzas del mundo, incluidas las orientales.
¿Y por
qué escribo esto?Bueno, pues en primer lugar, por mí misma, por que
siempre he pensado que escribiéndolo se hace mas contundente y todo
cobra mucho más sentido (hay cosas que ni yo entiendo ni de mi misma
ni de mis circunstancias, pero así es la vida, un continuo flujo de
experiencias que nos hacen crecer y crearnos como personas). ¿He
conseguido ser la más exitosa bailarina del mundo? No y no sé si
algún día lo seré, pero al menos cada mañana me levanto bailando,
que es por lo que me despierto y me levanto. Una bonita manera de
sonreír a la vida. A partir de entonces los y las que me conocen me
apodan “la bailarina de la avenida roja”, supongo que nacería de
alguna cena absurda, la cual estaría un poco bebida para acordarme,
¿qué más da?. Queda exótico.
Blanca
Genial Blanca, sabría que pondrías algo de tribal :)
ResponderEliminarMe gusta, es sencillo y claro. Me encanta los objetivos claros de la personaje principal, que tampoco es que luche como una obsesa por ser la número uno, si no, que su razón de vida es el baile, y eso es lo que le hace sonreír día tras día, es muy bello.
Me han gustado mucho las expresiones de "emocionalmente sordos" y "muda selectiva", decía mucho de las relaciones que existían con sus padres.
Un besazo :)
pd. tienes un fallito al principio "Desde que me fugué de cada..." querías poner casa, no cada.
Perdonadme que entre así de lleno en vuestros relatos. Los leo y me gustan. Siento una alegria inmensa en ver que todavia se escribe. Que la letra escrita, no ha muerto. Es una de mis aficciones favoritas, cuando estoy sola, cuando tengo algo de tiempo, escribo y escribo y no se si algun dia se leera.
ResponderEliminarLa bailarina de la avenida roja. Intenso, sensible, y emocionante. Es el sueño que llevas dentro de ti, y que a pocas personas has revelado.
Al fin y al cabo, todos tenemos nuestro sueño.
Me ha gustado mucho.
hola reinols!! me encantó que te gustara ;) gracias por comentar. Estás invitada a leer y echar un vistazo a todo los que quieras!! Blanca
ResponderEliminarHe aqui el unico relato mas fiel al titulo, pos Blancaaaaaaa!!!! :D Y hay mucho de Blanca en ello aja? ^^ Molto pene!!
ResponderEliminarRosa