20/11/13

La secta de los sueños (Rosa)


Cuando los vivos decidían olvidar a un muerto, el cadáver se enterraba en un cementerio especial para olvidar muertos, donde se coleccionaban los cuerpos en un inmenso agujero que se rellenaba con cal, y se añadía un discreto puntito al muro de piedra de la entrada, sólo por si en el futuro necesitaban contabilizar a los olvidados. Esto no significaba que la ceremonia funeraria fuese menos solemne, una parte de nosotros siempre sentirá respeto por la muerte y los rituales que ésta inspira. Si lo deseaban, los familiares y amigos podían levantarse a decir unas palabras (tal como se hacía en los cementerios de los respetados, donde se enterraban a los muertos que los vivos decidían recordar, para elogiar las cualidades del muerto o contar anécdotas graciosas en las que los vivos pensarían con cariño). En los funerales para olvidados, estos momentos tenían algo de particular que no tenía el resto de la ceremonia, que por lo demás podría pasar por un entierro normal. Eran minutos de rencor y reproche público. Se aprovechaban para dar a entender con mayor o menor claridad por qué los vivos daban la espalda al muerto en cuyo cuerpo tibio aún latía la sorpresa de una muerte reciente, el ataúd reciclable abierto tras ellos como una boca disgustada. Abraham no estaba de humor para discursitos, pero quería respetar la tradición. Se había tomado tres pastillas para soportar esto y había momentos en que se sentía casi feliz. Se levantó a una señal del enterrador, se puso de cara al público, carraspeó y dijo a los presentes: Todos los hombres tenemos problemas, pero no todos los problemas merecen un nombre. Este… llamémoslo discurso fue inusualmente corto, extrañamente ambiguo y sin embargo comprensible. Un silencio helado pero aprobatorio siguió a esta sentencia. El enterrador (hombre diplomático que no le había cobrado el librito del protocolo requerido para hacer desaparecer las huellas de los muertos, porque le debía un par de favores) sabía que quería ser breve y contundente y le había sugerido: Hay muchas estrellas en el cielo, pero no podemos dar nombre a todas ellas. Abraham había aceptado el esqueleto de la idea, decidiendo no obstante pintar dicha idea con sus propios colores. Creía que era cursi hablar de Isaac como de una especie de estrella fugaz absurda. Se sentó de nuevo, ligeramente satisfecho de sí. El enterrador continuó hablando y él se abstrajo en sus pensamientos, que volvieron al comentario que el viejo carnicero les había hecho cuando, cargando el ataúd, dejaron atrás el cementerio de los respetados. Era demasiado viejo para tener otro hijo y con la experiencia-Isaac ya había tenido suficiente. ¿Y con Evelyn? Por favor. Sabía que algunos hombres optaban por tener hijos con mujeres que formaban parte de su círculo de conocidos, pero era poco frecuente y, en su caso, imposible planteárselo. Evelyn no había podido evitar esbozar una sonrisa desdeñosa por debajo de su pamela negra. Es intolerable que la gente no recapacite antes de hacer sugerencias, aunque tales sugerencias sean de lo más estúpidas. Abraham estaba profundamente irritado por ese incidente y había decidido que después de su declaración pública no volvería a abrir la boca hasta el fin del funeral, que se le hizo desesperadamente largo. El jefe del departamento de Observación estuvo todo el tiempo a su lado (Abraham se preciaba de llamarlo viejo amigo delante de estudiantes y conferenciantes) y Evelyn no se separó de él en ningún momento, así que pudo apoyarse en ellos para hacer frente a la situación. Él quería a Isaac (carne de su carne) pero entre todos los sentimientos que su muerte le inspiraba sobresalía claramente la vergüenza, con su cabeza burlona llena de serpientes moviéndose arriba y abajo. Como el padre orgulloso que siempre había querido ser, su vergüenza le avergonzaba; como ciudadano de la República, se odiaba a sí mismo por ser el padre de un terrorista. Una parte de él, la parte que respiraba, sentía un alivio inmenso porque el terrorista hubiese muerto. Esperaba que todos se olvidaran de que el terrorista había existido antes de que llegara la hora de su propia muerte, para ser recordado por sus méritos profesionales y no por sus fracasos personales. Después del funeral, adoptó un aire digno y resignado, se puso el sombrero y las gafas de sol, y se dejó conducir por Evelyn, dócilmente, hasta el automóvil. Ella le llevaría a casa, donde estaría a salvo de las piadosas miradas de los compañeros de trabajo y los vecinos que habían decidido acudir a la oscura ceremonia. Todos, incluso los que no trabajaban con él, sabían que Abraham era un respetado miembro de Observación y el máximo responsable de los bloques P, Q, R, S y T, y que Q y R habían sido los más dañados. Habían perdido los sueños de más de diez mil ciudadanos a causa del atentado y el gobierno de Grimm tendría que dar explicaciones a propósito de las últimas inversiones en seguridad y declarar que se encontraría y castigaría a los culpables, cuyas fotografías ya aparecían varias veces al día en periódicos, televisión y demás medios de comunicación. Por supuesto, Isaac se encontraba entre ellos. Se estaba haciendo lo posible por ocultar que el padre de uno de los suicidas trabajaba para Observación, encargado precisamente de las áreas más afectadas. Podría parecer que Abraham estaba de algún modo involucrado en los actos subversivos de su hijo. Nada más lejos de la realidad, nada más injusto. Por primera vez, en ciento setenta años de paz, el Partido se enfrentaría a una crisis de cuya resolución probablemente dependería su porvenir. ¿Se cuestionarían sus métodos? ¿Se exigiría el cierre de las fábricas de sueños, como deseaban los terroristas? En el fondo, se dijo, no lo creía posible. Llegaron a su casa. Algo nervioso por las consecuencias que las malas decisiones de su hijo pudieran tener a nivel nacional, Abraham sirvió sendas copas, bien cargadas, para Evelyn y para él. La mano le tembló un poco pero ella no lo notó, parecía distraída; le pasó el vaso. Evelyn bebió un trago, se deshizo de la pamela y se quejó de que en el cementerio les hubieran preguntado si habían considerado tener juntos un nuevo heredero y discípulo para Abraham ahora que Isaac había… muerto. Le había parecido un comentario algo malintencionado, y no le gustaba hablar de estas cosas y mucho menos con desconocidos. Le enfadaba que sacaran el tema, se lo tomaba como algo personal. Todos sabemos que el carnicero tiene deudas y no puede permitirse un hijo aunque quiera, dijo Abraham con la idea de zanjar el asunto, pero Evelyn ya había empezado a hablar y era mejor dejarla. No es que tuviera algo en contra del método general, simplemente no era para ella. Además, no necesitaba el dinero. Hoy en día, los hombres pagaban a las mujeres grandes cantidades de dinero para tener hijos y herederos, de manera que era muy fácil para una mujer enriquecerse sin hacer nada más que parir un par de críos, y por contrapunto sólo tenían hijos los hombres que podían permitírselo. No había tal cosa como la versión femenina del padre aquí, ni una tal cosa como asociación entre seres humanos del mismo o diferente sexo para la crianza de un hijo. El hombre que quería un hijo, pagaba por él; si la mujer quería tener un hijo, era para que le pagaran y no por disfrutar del proceso como si fuera una bendición hacerlo. Un hombre podía pedir a la empresa correspondiente tener sus hijos con la misma mujer (normalmente escogida por catálogo) y esperar que ella aceptase el trato, pero el segundo hijo con la misma mujer solía ser más caro, de manera que estos tratos eran poco usuales. También se hacían tratos por cuenta propia, negociando las condiciones con la mujer en persona o con su abogado (las empresas recibían una comisión más alta que las agencias de viajes) pero siempre era más arriesgado, porque la mujer podía huir con el dinero y tratar de vender el bebé a otro hombre. No sería la primera vez. Así, todo el mundo tenía un padre, que le alimentaba, le vestía y le pagaba los estudios, y una mujer que le había parido pero que no tenía con respecto a él ningún tipo de responsabilidad legal, y que todo lo que había tenido que hacer era pasar con éxito un examen para confirmar un buen estado de salud y extender la mano para aceptar el cheque que le correspondía por derecho. Con la tecnología actual, no se conocían los partos dolorosos. La capacidad natural de la mujer para parir hijos era un negocio y cada una podía explotarlo o no a placer. El siguiente paso era, para algunos científicos, fabricar vientres artificiales para no depender de las mujeres y que cada hombre pudiera cosechar independientemente su propio hijo, pero era imprescindible que esto no tuviera efectos secundarios en la vida de los niños. Recientemente habían nacido seres humanos en un invernadero de la facultad de medicina, completos en apariencia, pero sólo habían sobrevivido unas pocas horas. Evelyn divagó durante media hora sobre lo ocupada que estaba siempre como para embarcarse en semejante proyecto, que al fin y al cabo exigía un valioso año de la vida de alguien, y luego dio un sentido abrazo a su amigo y se marchó. Abraham se quedó pensativo. Desde que la conocía, Evelyn siempre había declarado, a ser posible con una floritura de la mano que daba a entender resolución, que preferiría que le rompieran los dedos de los pies antes que ser internada en uno de esos horribles centros para embarazadas. Claro que Evelyn era una snob. A veces se expresaba en términos de lo más exagerados y eso molestaba a Abraham, pero ella era muy suya. No había nada de horrible en los centros para embarazadas, todo lo contrario. Eran grandes hoteles personalizados. Las mujeres dejaban con pesar tales centros, y Abraham había hablado con muchas que declaraban sin dudar haber pasado allí un año más que maravilloso. Cuidaban de todas como si fueran reinas, satisfaciendo desde el capricho fácil de comer queso de cabra antes de dormir, hasta viajes nunca hechos o fantasías nunca realizadas (muchas se amparaban en la revolución de hormonas que sufrían), bien usando un CVP (casco de visualización perfecta) especialmente programado para ellas, bien en lugares y/o con personas reales; esto último, sobre todo si la mujer era una actriz o cantante famosa y el hombre había pagado una suma importante por tenerla como madre de su hijo (el prestigio social de la mujer encarecía el asunto). El padre de la criatura que estaba en camino pagaba por todo ello, como un jardinero le pone música clásica a los brotes recién plantados para que tengan el mejor crecimiento. La mujer que había tenido a Isaac era una caprichosa bailarina de ballet nacida en el antiguo territorio ruso a la que nunca había visto en persona, que había comido mucho queso caro, exigido muchos masajes y viajado varias veces al norte del continente con la diplomática excusa de visitar a un familiar. Todas sus peticiones habían sido satisfechas. Su hijo había sido su inversión, su proyecto. Había pasado muchos años trabajando duro, luchando por un ascenso y ahorrando para poder permitirse un hijo, y en la recta final de su vida (y de su carrera profesional) el hijo se había convertido en el mayor de sus errores. Algo había salido mal, pensaba el hombre, caminando arriba y abajo como un animal encerrado a traición, ¿en que se había equivocado?, ¿le habrían jugado los genes de la bailarina una mala pasada?; quizás sí, pero algo había tenido que hacer mal, como padre, para que el niño se hubiera unido a otros pobres diablos para burlar la seguridad de su edificio e inmolarse así, corriendo locamente entre las estanterías lanzallamas en mano y gritando a voz en cuello libertad para soñar devolvednos nuestros sueños devolvednos libertad para soñar. Para su completa humillación, todo estaba en las cámaras de seguridad de los bloques Q y R. No quería pensar más en ello. Sintió un escalofrío como de rabia. Se dirigió a la habitación de Isaac y se encerró ahí centrado en destruir las pruebas que pudieran comprometer su presente como ciudadano ejemplar de nuestro país, así como la maltrecha memoria de su ingrato vástago. Miró a su alrededor; respiró hondo. Todo estaba como lo había dejado el niño una semana atrás, antes de desaparecer. Dejó el coñac en la mesa de estudiar y decidió tomárselo con calma. Una luna grande y amable lo miraba a través de la ventana dando a la habitación un aire nuevo de plata y silencio. Abraham abrió una carpeta al azar y curioseó los escritos de Isaac. Dejó a sus pies la bolsa de basura que había traído consigo y en la que pretendía meter todo eso. Entre ejercicios de aritmética y análisis sintácticos hechos a los dieciocho o diecinueve años, encontró una redacción de historia nacional sobre los primeros pasos del Partido que decidió leer. Después de la última Guerra Mundial, empezaba la tal redacción, lo que antiguamente se conociera como Europa se había desintegrado definitivamente. Miles de partidos nuevos se abrieron paso a través de los escombros jurando poseer la clave para la restauración del orden, haciendo hincapié en diferentes aspectos de la vida de los ciudadanos. En este contexto, el doctor Adam Schlomo Drimm-Quay dio la espalda a la vieja comunidad científica y reveló al mundo sus experimentos, que había llevado a cabo en secreto antes y durante la guerra, y cuyos resultados demostraban que era posible educar los sueños de los ciudadanos desde la infancia con el objetivo de fabricar al ciudadano perfecto y alcanzar de este modo la paz perpetua. Drimm-Quay, que fundó el por entonces pequeño partido Soñadores por el Sol y por la Paz Perpetua, empezó animando a la población a escribir sus sueños y entregarlos a sus colaboradores en la facultad de psicología de la antigua capital, hoy destruida, para ser posteriormente analizados; más tarde se asignaría a cada ciudadano un confesor onírico que se aseguraría de estar recaudando la verdad. La popularidad del doctor Drimm-Quay como líder aumentó tanto durante el año siguiente a la fundación de su partido que sus seguidores exigieron que presentara su candidatura para optar a la presidencia del país. Su partido obtuvo mayoría absoluta en las célebres elecciones de enero. El nombre Soñadores por el Sol y por la Paz Perpetua quería ser un homenaje a Platón y a Kant, dos pensadores cuyas obras conocemos hoy en día tan sólo por la apasionada correspondencia que el doctor Drimm-Quay mantenía con su amiga la doctora Eva Wiser, y por los cuales ambos manifestaban gran admiración en lo que a sus escritos sobre el orden social se refería. Las obras de estos y otros pensadores que inspiraron las teorías de Drimm-Quay y Wiser fueron destruidas por los Soldados de la Sospecha, cuyos bárbaros miembros quemaban los libros de las universidades al grito de ¡Muerte al viejo orden! Los Soldados de la Sospecha se convirtieron en la banda terrorista más letal a la que se enfrentaron los Soñadores por el Sol en sus inicios como partido político. Sus miembros se caracterizaban por la brutalidad de sus métodos y por referirse despectivamente en público al partido del doctor Drimm-Quay como secta o secta de los sueños. Esta peligrosa banda fue debidamente desmantelada durante la larga presidencia de Drimm-Quay, continuaba la redacción. Abraham no había escuchado nunca nada a propósito de que sus enemigos se refirieran al partido del doctor Drimm-Quay como “secta”, pero todo era posible, y parecía que Isaac se había molestado en investigar por cuenta propia. Siguió la línea en rojo que el profesor había trazado desde ‘secta de los sueños’, que había subrayado, y donde había añadido un par de interrogantes, hasta la esquina en blanco del papel, donde había escrito como con desconfianza “Especificar fuente antes de pasar a limpio” y “Demasiado tiempo dedicado a los soldados de la sospecha”. Abraham miró a la luna, cuyo ojo de plata iluminaba las inmensas chimeneas de una de las fábricas de sueños de la ciudad. Creía leer en la redacción de su hijo una velada crítica al gobierno, y en la anotación del profesor una vaga intuición al respecto, de lo cual Abraham nunca había sido informado, por lo que suponía que el profesor no llegó a ver en su hijo a un ipp (individuo potencialmente peligroso). El confesor de Isaac, ya jubilado, también tendría que haber notado algo; de ser así, era muy extraño que no lo hubiera comunicado. A propósito del tema de la redacción, divagó para sus adentros mientras empezaba a llenar la bolsa de basura de papeles inútiles, el método para educar y vigilar los sueños de los ciudadanos había evolucionado muchísimo desde los viejos tiempos en que Drimm-Quay anunció públicamente que todos los miembros de la sociedad debían registrarlos con la máxima fidelidad posible, y entregarlos a la policía del sueño para someterlos a un primitivo método de análisis. En nuestros días, a los niños se les asigna un confesor desde que aprenden a hablar, y eso facilita mucho las cosas, se dijo. Y, por supuesto, la tecnología seguía avanzando a pasos agigantados. Antiguamente los expertos no eran capaces de ir más allá de llevar a cabo una pobre medición de las ondas cerebrales del individuo durante el sueño mientras que, hoy por hoy, los CVOP (cascos de visualización onírica perfecta), desarrollados y perfeccionados cada día por Ayumu Tsukino y su equipo, nos permiten ver en una pantalla lo que el individuo está soñando, así como introducir en su cerebro sueños artificiales, fabricados por expertos en oneirologia y homologados por el Ministerio de Defensa y Paz Perpetua. Se fabricaban muchos tipos de sueños, pensados para individuos de diferentes roles sociales, edades y sexos: educativos, recreativos, estimulativos, etc. Los sueños de clase A eran obligatorios; los sueños de clase B eran altamente recomendables; los sueños de clase C eran opcionales, estaban pensados para el autoperfeccionamiento; por supuesto, había otras variantes en la fabricación de sueños, porque los vendedores y publicitarios tenían mucha imaginación, por ejemplo, los sueños de clase X eran pornografía homologada, algo que los padres siempre encontraban en los CVOP de sus hijos adolescentes. Receloso, abrió el primer cajón de la cómoda y sacó el CVOP de Isaac, comprobando al fin sus últimas sospechas: no habían sueños personales guardados en la memoria, y el último sueño A se había visualizado hacía más de tres meses. Ocultas entre otros papeles de la escuela, Abraham encontró dos notificaciones en las que se requería que Isaac colaborara con el gobierno, por el sencillo método de entregar su tarjeta de memoria en el puesto de recogida de sueños más cercano, y terminaba diciendo que la ayuda de todos los ciudadanos era enormemente apreciada por Aislinn Grimm, presidenta de la República, porque el mantenimiento de la paz no tenía precio. En Educación, los investigadores seguían trabajando para, eventualmente, ser capaces de erradicar los sueños personales, que eran considerados nocivos y/o peligrosos por la mayoría de las escuelas. Hasta entonces, por ley, todo ciudadano tenía el deber de entregar al gobierno sus sueños personales cada dos semanas, con la memoria del CVOP que se le había asignado como mínimo al 80%. Todo el mundo sabía que la policía del sueño se presentaba en tu casa a la tercera notificación sin responder. Abraham no conocía a nadie que supiera lo que pasaba después de una tercera notificación sin responder. Pero le parecía ahora que Isaac se había visto apurado y se había precipitado en la idea del atentado a Observación. Suspiró agotado, harto de tratar de descifrar el enigma de su hijo, y decidió irse a la cama, tomarse una pastilla e intentar dormir. Al día siguiente se levantaría  temprano para ir a trabajar, haría una breve llamada a los albañiles recomendados por el enterrador, sacaría la basura y, por la noche, cuando llegara a su casa, los albañiles se habrían llevado la cama, la mesa de estudiar y el armario y habrían convertido la habitación de Isaac en un lindo cuarto de baño con jacuzzi para la planta baja. A Evelyn le iba a encantar, sonrió. Preocupado por la actitud de su hijo, que siempre se había mostrado caprichoso salvaje y desagradablemente pensativo, hacía varios años que Abraham sufría de insomnio. A partir de ahora podría descansar.

7 comentarios:

  1. rosii! un palser leerte de nuevo!
    me ha gustado el hecho de que es uno de los pocos relatos que me he enterado del percal ueeee jajaja
    me ha recordado a la sociedad antiutópica y con toques de ciencia ficción de 1984 desde un punto de vista un poco claustrofóbico con respecto a algunos hechos. El concepto de que los hombres deban de pagar para tener hijos a mujeres y que estas no tengan responsabilidad para con el hijo me ha parecido supercusioso, justamente estaba escribiendo antes un comentario de texto de género y un párrafo se refería ala maternidad como concepto que conlleva más responsabilidad que la paternidad. La cronología de los hechos puede ser que algunos personas les ralle pero creo que en esta ves casi todo ha sido descripción dentro de una historia real, es decir desde la historia de los protagonistas se iba describiendo cómo era la sociedad.
    Lo mismo que le he dicho a tu esposis, tenéis estilos muy característicos, por lo que recomiendo que probéis cosas, por ejemplo frases cortas y en presente, cosas así (es una recomendación humilde del curso de escritura creativa). Aunque si es cierto que rescato diferencias con respecto a otros relatos, este no era tan poético y retórico (por lo que creo que ha sido más fácil no perderme, aunque he de decir que los relatos poéticos tuyos, los llamo asi jejejej, me encantan aunque no pille naaa)
    creo que no se me ocurre nada más, un placer leerte!! y espero que no me odies por mi título próximo jajja
    blanca

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  2. Sistah ya hemos comentao pero si quieres que deje un comentario formal sólo pide por ese teclado.

    SUAVE

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Blanche, gracias por las aportaciones! Me alegro de que lo hayas entendido. Se que a veces he sido muy criptica y no suele ser mi intencion (al menos no ultimamente), sino al contrario, que lo que escribo pueda entenderse. Ya sabes que me van las distopias asi que he disfrutado imaginando el mundo en cuestion =) Me mola tu apunte sobre la diferencia entre responsabilidad entre el padre y la madre, es algo en lo que pienso mucho y supongo que la no-responsabilidad de las "madres" aqui ha sido con intencion de compensar la diferencia de este nuestro mundo (?) No lo habia pensado asi.
      La sociedad y el rollo de los suenyos me aparecio muy pronto, pero a los personajes me costo un poco sacarlos. queria describir el mundo desde algo que les pasase a ellos, como dices, como para personalizar el asunto. Tengo intencion de leer algo proxiamente sobre como escribir, asi que cualquier cosa que me recomiendes del tal curso sera bien recibida :D

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    2. cari! tomo nota; mmmmm te lo puedo pasar por correo los apuntes del curso de escritura en verdad auqne creo que lo que más saqué fue "forzarme" a escribir y probar...
      Blanca

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  4. Esposa adorable, delicia de relato, como dice Blanca, este no ha sido tan "poético" (o como dices tú: criptica) y a la hora de "entenderlo" mucho más fácil.

    Un mundo muy a lo 1984, muy de ciencia ficción (pero no tan irreal, este tipo de cosas, pueden ocurrir... lo del vientre artificial para la reproducción por ejemplo... pero aquí el problema sería destruir el modelo familiar existente... lo comentamos ^^).

    Me ha recordado a Fahrenheit 451, supongo que por el tema del orden y demás, una sociedad construida con unas bases muy características.

    Te diría mil cosas más, pero me tengo que ir ya, que me ofrecen tortilla :D

    De todos modos, un placer leerte :)

    pd. Yo te imaginaba a ti comiendo queso de cabra jajaja tan monaaaa ^^

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  5. Mujer, siempre es nice comer tortilla, pero tienes que currarte una critica medianamente decente para cada una como nosotras hemos hecho contigo, y no despachar el asunto en los cinco minutos que te quedan antes de salir por la puerta ¬¬

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