26/11/12

La Ciudad de los Sueños Perdidos (Esther)

      - Usted es nueva por aquí, ¿verdad? - pregunta un susurro tímido tras un seto frondoso. Olga no es capaz de ver quien le esta hablando. El seto se agita confuso, tal vez dubitativo, pero no aparece nadie tras el. 


- Sí, ¿quien me habla?. ¡¿Sabría decirme donde estoy?! - dice realmente asustada e impaciente. Olga se ha despertado de repente sin recordar nada. No es eso tampoco, es como si al parpadear se hubiera trasladado a otro lugar, a un lugar totalmente desconocido. Todo ha sucedido demasiado rápido, en un abrir y cerrar de ojos. Un simple pestañeo y otra realidad.

De detrás del seto aparece una gran sombra oscura que se posa sobre la cabeza de Olga, asciende hacía ella como una nube de polvo arrastrada por el viento. Olga ve como de la sombra emergen unos largos brazos que parecen querer agarrarla y un bufido fuerte la empuja contra un árbol. Esconde un grito perturbador en su caja torácica y se desmaya. Completamente pálida cae al suelo, yace y parece que fenece en ese mismo instante. De nuevo, un guiño se apodera de sus ojos, una tensión que hace que ellos bailen en sus cuencas al ritmo de la suave brisa que mece las hojas de los árboles. Ahora es otra voz la que le habla, esta vez con calma, sin modestia alguna. Tiene sobre ella a un joven muy atractivo, con el torso completamente desnudo y mojado, el cual esta agachado de tal forma que su largo pelo ceniza roza la nariz de Olga. Ella estornuda y azorada se mueve con pavor y bochorno. Se ruboriza molesta. Lo mira de arriba abajo y es entonces cuando ve sus piernas, las cuales no son piernas tal cual las comprendemos, si no las largas, blancas y escuálidas, patas de un caballo. Otro grito se apodera de su cuerpo, pero este no se esconde agazapado en su pecho, si no que sale tan agudo que los pájaros salen de sus escondrijos y vuelan alto, temerosos, y ese joven, mitad hombre mitad caballo, relincha confuso, pues no entiende a que viene tanto escándalo.

- ¿Pero tú que eres? - dice Olga, aún exhausta de su alarido, señalándolo incrédula.

- Un centauro. ¿Que otra cosa podría ser? - dice el joven con una sonrisa bella, tan linda que Olga ya olvida por que gritaba - Me llamo Marc, ¿y tú eres? - dice acercándole la mano para que ella se incorpore.

- Olga - dice levantándose aún temblorosa - ¿que era esa cosa que se abalanzó a por mí antes?.

- ¡Ah! esa era Dana. No te preocupes, es muy agradable, solo que algo patosa. Seguramente perdió el equilibrio al trepar por uno de los árboles o tropezaría con Seto.

- ¿Dana?, ¿Seto? - pregunta totalmente incrédula - ¡Pero si era una enorme sombra con brazos!. ¡Oh Dios!, pensé que era la muerte. ¿Estoy muerta Marc?.

- No - dice entre risas - ¿cómo vas a estar muerta?.

- ¿Y donde estoy?, ¿que es esto?. ¿Un sueño? - dice Olga en una especie de súplica de la que quiere despertar. Marc le da un golpe en el brazo y esta gime molesta - Vale, no estoy en un sueño.

- No, no estás en un sueño pero si estás en la Ciudad de los Sueños Perdidos. 
- ¿Qué?. Parece el título de alguna película de vodevil - dice ella ingeniosa. 

- No se que es eso del vodevil - dice él confuso - Esta es la ciudad de los deseos olvidados, las metas desistidas, los anhelos desdeñados, las fantasías extraviadas, las ambiciones olvidadas... Aquí acaban llegando aquellas personas, animales, vegetación y seres que habían soñado con conseguir algo pero al final lo habían perdido por completo. Si estás aquí es por eso, por que te embarullaste en el camino de la vida dejando atrás tus verdaderos sueños.

- ¿Y como puedo salir de aquí?. ¡Quiero volver a casa! - dice Olga quejosa.

- Pues encontrando tu sueño perdido.

- ¿Y si no lo logró?, ¿y si no quiero buscarlo?. ¡Yo no me creo estas fantasías! - dice furiosa. Luego ríe, al ver con que esta hablando. Ríe sin poder parar. Carcajadas convulsas agitan todo su cuerpo.

- Pues si no lo buscas y lo encuentras te pasará como a Dana. Te convertirás en una sombra y vagarás por la ciudad durante toda la eternidad, pues en esta ciudad no existe muerte, dado que los sueños son sempiternos - dice Marc. Olga deja de reír ipso facto.

Caminan sin dirección alguna. Olga no sabe que es lo que tiene que buscar, por lo que anda perpleja y desganada. Mientras piensa en tantas cosas que, rabiosas, comienzan una batalla sangrienta en su mente. Una lluvia de hojas secas riega sus hombros y la fragancia del atardecer llena sus fosas nasales, mientras, el sol cálido tuesta sus espaldas.

- ¿Cuanto tiempo llevas aquí Marc? - pregunta Olga poniendo orden en su cabeza.

- No lo sé. El tiempo pasa fugaz en este lugar y uno no es consciente de como pasan los segundos, los minutos, las horas, las semanas, los meses... incluso los años. El tiempo pasa, pasa y pasa. A veces algunos tienen suerte y el tiempo retrocede, otorgándoles unas cuantas horas más antes de convertirse en sombras. 

- ¿Cuantos han conseguido encontrar su sueño perdido?.

- Cientos, miles... pero cada día entran nuevos como tú. Gente demasiado ocupada en sus vidas “reales” que no es capaz de ver más allá de sus propias narices.

- ¡Eh!, eso lo dirás por ti, a mi no me conoces, ¡no sabes como soy! - dice ella incómoda.

- Claro que no, pero lo intuyo. 

- ¡No deberías de juzgar a un libro por la portada!. Antes debes de leerlo para poder enfundarte en una opinión tan seria y segura del mismo. Si no, siempre tus razonamientos serán ambiguos y erróneos.

- ¿De que me suena eso? - dice Marc señalando sus larguísimas patas.

- Sí, vale, tienes razón. Yo también te juzgue sin saber… pero estaba tan asustada. Tenía miedo - dice arrepentida.

- ¿Y que es lo que ha cambiado ahora?.

- No lo sé. Supongo que ya no me da tanto pavor todo.

- Eso esta bien - dice con una delicada sonrisa – Bueno, ya hemos llegado. Esto es Cronos, lugar donde se encuentran los tiempos de cada uno de nosotros. Tenemos que ir a ver que reloj se te ha asignado.

Cronos es un salvaje jardín lleno de relojes de arena de distintos tamaños con arenas de distintos colores. Esta lleno de plantas sin fin e insectos gigantes que vuelan zumbones. Olga abre tanto los ojos, maravillada, que incluso se hace daño. El lugar es hermoso, jamás había visto nada igual. Los relojes de arena, posan majestuosos por cada rincón del paisaje, camuflados entre las plantas, escondidos en el río. Entonces se topan con el reloj de Olga. Es un reloj pequeño, del tamaño de una pluma de paloma, que tiene su nombre grabado con unas letras fuertes rojas y doradas. La arena es completamente negra y cae como si fuera lodo espeso.

- ¿Tú reloj es tan pequeño? – le pregunta perpleja.

- No, el mío es ese de ahí – dice señalando en lo alto de la montaña a un reloj enorme, tan grande como un edificio robusto. Su arena es amarilla, y cae lenta y finamente – Aquí no importa el tamaño del reloj sino el color de la arena.

- ¿Y por qué la mía es negra y la tuya amarilla?.

- La arena de cada uno varía, indicando cuanto tiempo te queda antes de convertirte en una sombra. ¿No entiendo por que la tuya ya es negra?. Eso es que tienes menos tiempo, ¿pero no se por qué?, ¡si acabas de llegar!. Es la primera vez que pasa algo así. El patrón es que la arena debe de pasar por cada uno de los colores del arco iris hasta volverse negra, una vez es negra el tiempo pasa a contrarreloj y debes apurarte, pues si no te mueves rápido te convertirás en una sombra en menos tiempo de que lo que te cuesta pestañear.

- ¡Ahhhh! – grita - ¿debe de haber algún error?. No es justo… ¡acabo de llegar!. Tú mismo lo sabes. ¿A quien se le puede reclamar esto?, ¿con quien podemos hablar?.

- Con nadie.

- ¿Por qué? – dice llorosa - ¿y que hago ahora?. Ni siquiera he tenido tiempo para buscar mi sueño.

- Lo sé Olga. Tú no estás buscando ningún sueño. Tú estás enredada en un sueño. Este no es tu lugar. ¡Tienes que despertar! – dice Marc secándole las lágrimas con las manos.

- ¿Despertar? – dice confusa sollozando.

Entonces cae el último granito de arena del reloj de Olga y el cielo se tiñe de sombras negras, que veloces, se abalanzan sobre ella dejándolo todo oscuro. El sol se apaga, y la noche cubre con su manto una ciudad sin estrellas.

- Despierta Olga, ¡despierta por favor! – dice de nuevo esa voz tierna, cálida y reconfortante que la había despertado por primera vez, cuando cayó desmayada al suelo cuando Dana se lanzó sobre ella – ¿Me oyes Olga?. Tienes que despertar. Por favor, te lo suplico. Despierta. Vuelve conmigo.

Abre los ojos y siente algo nuevo. Ya no nota las hojas secas en sus pies, ni la suave brisa de la ciudad. Siente frío, nauseas. La cabeza le da vueltas. Nota un dolor profundo por todo el cuerpo. No consigue abrir los ojos del todo, ni enfocar la mirada, pero ya esta despierta.

- ¿Dónde estoy ahora?, ¿ya soy una sombra? – pregunta en un susurro que le cuesta la vida.

- ¡Oh! cariño, estás despierta al fin – dice esa voz de nuevo rompiendo a llorar.

Esther

3 comentarios:

  1. hola esther!!
    leído!!
    es un sueño no?¿ me ha gustado que le dieraas ese toque mágico, al estilo de (Dentro del laberinto", película que tanto te gusta jejej
    me ha gustado tb el enfoque que le has dado con respecto al título, una ciudad donde encontrar tus "sueño perdidos" y si no los encuentras vagarás como alma sin pena; y el decorado tb me ha recordado a Alicia en el país de las maravillas de Disney jejeje.
    pero el final no lo he comprendido del todo; en relaidad es un sueño la ciudad de los sueños perdidos a la cual viaja?¿¿¿¿¡¡

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  2. Olga estaba en coma... y tras muchos intentos, esa voz que suplica que se despierte una y otra vez, lo consigue. Así que todo lo que pasaba en la ciudad era producto de su coma... me hubiera gustado explicar algo más de esa ciudad y después de su despertar... pero como quería acabar la historia, y no sabía muy bien por donde tirarla acado así.

    Me alegra que te gustará ^^ haber si tú te pones con los otros títulos que te quedan, yo seguiré por mi parte en mi blog con otras historias :)

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