25/4/12

Manos invisibles (Blanca)

Mis manos, cuando quiero, tienen el don de ser invisibles en la luz o en la sombra de tu alcoba…

Así comenzaba cada una de sus divinas cartas, benditas, como si de una firma se tratara que me han sacado del profundo abismo de dolor que llevo desde que alcanza mi memoria marchita en día y día de repetida rutina mísera.

Sí, de rutina mísera. ¡Oh! Mi madre y señora Afrodita, ¿por qué heredé tu belleza?, ¡Oh! Padre y señor Hades, ¿por qué heredé tu maldad? Será el destino que me ha tocado vivir, pienso muchas veces, pero me aburre ser inmortal, bella y malvada… Como si de un acto involuntario se tratara, una consciencia superior a mí me incita a ha hacer actos deshonestos, criminales, impropios de una semidiosa.

YO: Andrómeda, la cual muchos admiran, perfecta en mi magnificencia y desorden espiritual, soy imán de hombres y de algunas mujeres, casi tan hermosas como yo. Recibo elogios y regalos de todas partes, pero siempre provoco el mal de una forma u otra a las personas que se intentan acercar a mí. Lo cual muchas veces eso me resulta como un dulce, exquisito que además tuviera la obligación de comerme, pues en esos momentos no siento empatía por los que sufren a causa mía..

Y sí, tengo momentos de lucidez intrépida algunas noches de luna llena, creo que es el influjo benévolo de mi madre que me hace recordar todo lo malo que cometo, afloran los recuerdos catastróficos por hechos perversos que portan mi firma y por una milésima, un momento mísero en comparación con mis años de vida confusos, siento empatía y lo más doloroso: tristeza.

Es en aquellos momentos en lo que me intento infligir la pena que obligo a los que caen en mi red de pasión y lujuria perversa: el repentino y repetido acto del suicidio. Pero para mí el suicidio, no tiene ningún poder y mis intento son fracasos deprimentes y repetidos, cada mes de luna llena, pues soy semidiosa, soy inmortal.

Pero desde no hace mucho, recibo casi semanalmente cartas de un anónimo admirador. He recibido muchas, pero éstas son diferentes, además las distingo ya que cada carta comienza igual siempre, no falla. Mi admirador locuaz lo llamo “el hombre las manos invisibles”, pues según él, tiene el don de colarse como vil investigador intrépido a mi alcoba cuando me sumo en los brazos de Morfeo, mi hermoso amigo y compañero de noches…

Según él (y YO me lo creo) me acaricia el alma con los dedos y hace ser el creador de tan distinguidos viajes oníricos para mi suerte o desgracia. Relata, según su hermosa caligrafía de hombre sabio, que comprende mi situación y siente empatía hacia mi persona, que sabe acerca de mis intentos de suicidios repentinos y fracasados cada noche de luna llena.

¡Oh! ¿Pero… quién podrá ser?  Creo que con ese ser me entendería completamente, que podría comunicarme con él sin problema, pues intuyo que habla mi mismo idioma, no como aquellos mortales a los cuales siento a veces repulsión en mis momentos de lucidez, repulsión mezclada con la pena, ya que a mis víctimas les desgracio la vida. Siento repulsión porque no son como yo, me ven como un ser por encima de todos ellos y eso, primeramente me enorgullecía y ahora me aburre enardecidamente.

Sí, lo he de confesar, estoy enamorada de mi admirador, creo que desde que leí su primera carta, el cual solo se comunica conmigo de modo epistolar. Daría mi alma a este ser, lo podría enamorar con mis encantos, encantos que uso para enloquecer a mis simples mortales, almas inocentes e ingenuas, irascibles, lujuriosos…

Me propone en su última carta si me puedo cortar mi cabellera y entregársela, como una prueba del amor que siento hacia él, pues yo le susurro por las noches, quizás en sueños, pero parece ser que me escucha… y no siento miedo, no me siento intimidada. Es más me siento un poco menos sola de lo que he estado durante todo este tiempo… rodeada contradictoriamente de montones y montones de hombres que daría lo que fuera, incluso sus almas débiles por pasar un rato CONMIGO.

Por lo que le he dicho telepáticamente que acepto su propuesta, le daría mi vida, necesito su presencia como la noche necesariamente necesita de la oscuridad.

Y bien, llegado este día esperado, estoy ante el espejo, sosteniendo unas tijeras entre mis temblorosas manos y poco a poco van cayendo al suelo mis preciados cabellos dorados, interminables, sedosos… Como el hombre de “las manos invisibles me ordenó”. Sí, es una obsesión, lo reconozco, pero no pararé hasta conocerlo en persona, aunque a ello la destrucción me lleve.

Pero he ido donde me ordenó, cuando me ordenó y nadie había ¡Oh! ¿Por qué a mí? YO soy Andrómeda y solo eso ya justifica que me deben admirar hasta que me canse, pero creo que esta vez ha sido al revés, me he dejado influenciar por el ser de las “manos invisibles”, mi supuesto admirador al cual adoro, y he caído en su vil trampa, hasta tal punto de obedecer sus órdenes, me corté mi pelo, mi… orgullo, por él.

Me siento la más desdichada de las mujeres, pues ya no recibo más cartas de aquel hombre, si es que existió o fue todo fruto de mi imaginación.

La mitología cuenta que el plan de Héctor fue perfecto, a pesar del gran deseos sexual que sentía hacia Andrómeda, más fuertes fueron los mandatos de los Dioses con respeto a destruir a la semidiosa fatal.

Andrómeda se sumió más en la tristeza que la reinaba a causa de que Héctor nunca iba al lago como había prometido, pues había probado el fracaso, la desdicha, el rechazo de un hombre al cual solo había conocido epistolarmente.

Y tal fue la pena que vivió en el lago perdido para siempre, pero sin ningún influjo maligno ni provocar el suicidio a ningún hombres, mas bien rechazó de éstos por toda la eternidad…








1 comentario:

  1. Veo que continuaste con la anterior historia :) me gusto como enlazaste el título con la narración.

    No recuerdo mucho de Andrómeda (de lo que di de mitologia, pero me han dado ganas de releer mis apuntes de cultura clásica).

    Un relato muy interesante, me gusto mucho, pues era como si Andrómeda se expresará en primera persona hacía mí, hablándome a mi de sus sentimientos y sus pesares.

    Gran trabajo Blanca :)

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